De acuerdo con la cultura popular mexicana, “un bolillo pa’l susto” es el remedio más común cuando algún evento nos genera temor repentinamente, como en el caso de los sismos, pero también cuando nos corretea un perro, en un choque, un asalto, una noticia inesperada o algún otro suceso fuera de lo común, abrupto y que nos hace sentir miedo.
En este contexto, el profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Eduardo Calixto González, explica que cuando enfrentamos situaciones estresantes o amenazantes, se activa el sistema nervioso simpático, el cual está diseñado para luchar o huir y es un mecanismo fisiológico para realizar actividades que implican correr, saltar o luchar con el fin de sobrevivir.

Esta activación causa un cambio neuroquímico inmediato, liberando adrenalina y noradrenalina, lo que aumenta el metabolismo. Durante el miedo, el cerebro recibe hasta un 25 por ciento del flujo sanguíneo, lo que aumenta la demanda de glucosa que se obtiene del hígado y los músculos.
Comer alimentos como un bolillo, pan, pastelillo, dulce o refresco proporciona la glucosa que el cerebro necesita rápidamente en situaciones de miedo. El organismo genera adaptaciones para sobrevivir y adaptarse a situaciones de estrés. Cuando alguien se encuentra en un ayuno prolongado de 8 horas o más, tomar alimentos que contienen carbohidratos proporciona la glucosa necesaria para satisfacer la demanda del cerebro.
Sin embargo, cuando se tiene un ayuno corto, comer pan o tomar refresco no afecta significativamente la llegada de glucosa. El especialista recomienda mantener una alimentación saludable para mantener un equilibrio adecuado.
En este sentido, Calixto recuerda la falsa creencia de que, cuando nos asustamos, tomar un refresco o dulce tiene consecuencias negativas, “incluso me puedo hacer diabético”, cosa que tampoco es correcta. No en esas condiciones, pues las personas diabéticas no le deben el detonante de su enfermedad a un susto, sino que es una condición que normalmente incrementa la glucosa a nivel sanguíneo, que es consecuencia de un proceso de adaptación normal. En ciertas condiciones”, apuntó.

El Dr. Eduardo Calixto, especialista en gastroenterología, desmiente la creencia popular de que el bolillo ayuda a absorber la bilis en casos de gastritis. En realidad, cualquier alimento que llega al estómago cambia el pH y modifica la generación de acidez gástrica, por lo que el pan, la fruta, la fibra y algunos lácteos también podrían funcionar.
Además, la flora bacteriana influye en la salud digestiva. Calixto enfatiza que la suma de todos los factores, como el estrés, la alimentación picante y el consumo de refrescos, es lo que afecta la salud del sistema digestivo de cada individuo.
Por otro lado, el estado de salud general de una persona también es relevante. El consumo de alimentos grasosos facilita la contracción de la vesícula biliar, que es un reservorio de bilis, y puede generar ictericia, piedras en la vesícula, pancreatitis y otras complicaciones.
Sin embargo, el abrazar a las personas, generar certidumbre y tener compañía humana es más fuerte y fisiológicamente estable que cualquier alimento, ya que hace que el cerebro libere más oxitocina, la hormona del amor y la generación de apego. Por lo tanto, un beso, un abrazo y la compañía de alguien durante momentos difíciles pueden ayudar a la recuperación emocional y física.
